Frenillo lingual

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El frenillo lingual es un tejido conectivo fibroso que se encuentra debajo de la lengua.
Hay casos en los que aparece hasta la punta de la lengua manteniéndola sujeta a la base de la boca, impidiendo que la lengua se pueda mover libremente. Este tipo de frenillos se llaman frenillos de tipo 1 y son los más limitantes.
Afalar | Frenillo Lingual Corto
Frenillo Lingual tipo 1

En otros casos el frenillo se presenta más atrás, oculto debajo de los tejidos de la lengua (frenillo submucoso o tipo 4). Este frenillo se reconoce porque se puede palpar con los dedos debajo del tejido de la lengua y porque la lengua no es capaz de elevarse cuando llora. En la imagen vemos como la punta se queda hacia abajo, mientras los bordes sí que se levantan.

Afalar | Frenillo Tipo 4
Frenillo Tipo 4
Entre un frenillo 1 y un frenillo 4 hay diferentes grados (2 y 3). La diferencia entre ellos básicamente es cuanto de adelantado esté el frenillo en la lengua y cuanta movilidad le resta. El tipo 1 es el más limitante, el tipo 4 el que menos.

Consecuencias del frenillo

Se presente de la forma que se presente (aunque con mayor frecuencia ocurre en los de tipo 1 y 2), puede ocurrir que:
👉 Exista dolor al darle el pecho a tu bebé.
👉 Escuches como el bebé hace chasquidos cuando mama.
👉 Trague mucho aire y por tanto tenga muchos gases y regurgite mucho.
👉 Se atragante con frecuencia porque no es capaz de gestionar bien la leche que le llega.
👉 Respire por la boca en muchas ocasiones
👉 Haya mayor presencia de hipo
👉 No suba bien de peso
👉 Las tomas sean eternas y enganches una toma con la siguiente. No es que tú tengas poca leche, o de mala calidad. El problema es que él no consigue sacarla porque su lengua no se mueve adecuadamente.

¿Significa por tanto que cuando existe un frenillo es necesario cortarlo?

Pues antes de tomar esta decisión hay que valorar cada uno de los aspectos anteriores. Esta valoración debería ser llevada a cabo por un equipo multidisciplinar donde cada profesional valore su área.

Cortar SI

Si es un niño que no sube bien de peso, que no es capaz de engancharse al pecho, que su madre tiene tanto dolor que corre el riesgo de abandonar la lactancia, o incluso sin que ocurra nada de esto pero que es un niño que todo el tiempo respira por la boca… En estos caso, el corte estaría bien justificado. El bebé ganará más peso porque las tomas serán más efectivas, no se cansará tanto, acabará antes y tragará menos aire. La madre podrá disfrutar más de la lactancia y los beneficios que esto conlleva tanto para el bebé como para ella. La respiración nasal se restablecerá y se evitarán problemas mayores en el futuro.
De entrada si es un frenillo que no dificulta la lactancia, si el niño sube bien de peso y su madre no tiene dolor, sería necesario valorar si este niño está empezando a hacer respiraciones orales. Un bebé que respira por la boca, aunque mame bien y suba bien de peso, puede tener muchas consecuencias en el futuro como malformación del paladar y la boca, apiñamiento de dientes, muchas infecciones en vías altas respiratorias, dolores de cabeza, deglución atípica, retrasos en la correcta articulación del lenguaje…

Cortar NO

Hay casos, en los que existe frenillo, pero ni la madre tiene dolor, ni existen problemas asociados de poca ganancia de peso, ni problemas respiratorios. En estos casos se podría esperar y observar como se va desarrollando el habla. Si en el futuro hay dificultades con la adquisición de algún fonema, se puede trabajar de una forma menos invasiva y si el frenillo es muy limitante para poder conseguir la adquisición de todos los fonemas, entonces se podría cortar. Pero en algunos casos, el esperar (siempre y cuando se haya hecho una valoración adecuada, por los profesionales oportunos) puede «salvar» al niño del corte.

¿Qué profesionales pueden valorar el frenillo?

En primer lugar la matrona, además de ser una de las primeras personas en observar como se está alimentando el bebé y si la lactancia va bien o no puede valorar la existencia de frenillo.
Si existe frenillo y empiezan a surgir problemas con la lactancia, en un primer lugar sería conveniente valorar el agarre del bebé y la postura de la madre al amamantar. En ocasiones con mejorar estos aspectos, la lactancia mejora.
Si a pesar de mejorar el agarre, siguen existiendo dificultades, lo ideal sería la valoración por parte de un fisioterapeuta pediátrico y si tiene formación en lactancia mucho mejor. Este profesional podrá valorar si existen rigideces, tortícolis o algo a nivel muscular que pueda dificultar la lactancia junto con el frenillo.
También es recomendable la valoración por parte de un logopeda, ya que en ocasiones el frenillo no conlleva problemas a nivel de lactancia, pero sí a nivel respiratorio y no cortar  podría ser una peor opción por las consecuencias futuras.
Finalmente el odontopediatra es el profesional encargado de informar de los pros y contras de la frenectomía y de la rehabilitación que es necesario hacer después del corte. Es necesario ser muy consciente de la rehabilitación que hay que hacer posteriormente al corte, sino se corre el riesgo de una mala cicatrización y de que no sirva de nada.

Experiencia propia

En mi caso tengo 2 hijos, ambos con frenillo. A uno se lo he cortado de bebé y al otro no.
En ambos casos fueron 2 lactancias con mucho dolor. Con mi hija mayor decidí no cortar por miedo al corte. Hace casi 7 años no había muchas opciones para cortar un frenillo submucoso tipo 4 y no me daban seguridad. Mi hija subía bien de peso, no era respiradora oral y lo único que el frenillo dificultaba era el poder disfrutar de una lactancia sin dolor. Con ayuda de una asesora de lactancia y unas pezoneras pudimos mejorar el agarre y el manejo del dolor, hasta que con 4 meses pudimos retirar las pezoneras y continuar la lactancia por mucho tiempo más. A día de hoy, puedo decir que no tuvo ninguna dificultad en el desarrollo del habla, a pesar de no habérselo cortado.
En el caso de mi segundo hijo y ya con la experiencia de la primera lactancia con frenillo, valoramos si cortar o no con miedo también por lo pequeñito que era. Antes de tomar la decisión valoramos opciones con la matrona y revisamos agarre y postura, intentando favorecer agarres profundos para minimizar el dolor. Hemos vuelto a consultar con una asesora de lactancia y también nos lo valoró un fisioterapeuta pediátrico para descartar problemas musculares y rigideces que impidieran un mejor agarre. Después de todo esto la frenectomía parecía la solución. Finalmente nos decidimos porque el bebé empezaba cada vez más a estar más tiempo respirando con la boca abierta. Consultamos con un odontopediatra especializado en cortes de frenillo con experiencia en cortes de frenillo submucoso y nos recomendó el corte, después de su valoración. Así lo hicimos, sin embargo, no se ha podido solucionar el dolor en la lactancia, aunque sí su respiración oral.

Conclusión

Sea cual sea, la decisión que tomes, que sea una decisión informada. Esa decisión será la mejor que podrías haber tomado para tí y tu bebé. Investiga bien todas las opciones. Si no hay dolor, si el bebé sube bien de peso y no hay otros problemas asociados, cortar el frenillo por su simple existencia no tiene sentido desde mi punto de vista. Ahora bien, puede haber problemas que pasen más desapercibidos, como son la respiración oral y sus consecuencias pueden ser nefastas si no se interviene a tiempo.
La frenectomía ayuda en muchos casos, pero tampoco es la solución a «todos los males».
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